Querido concejal, queridos amigos y vecinos de El Secadero:
No existe un solo pueblo, un solo territorio, un solo barrio en Canarias que tenga nombres más sugerentes en las calles que los de este barrio de El Secadero.
Nadie sabe quien puso estos nombres. En primer lugar, el nombre que se le da al barrio, “El Secadero”, que no crean ustedes que era por lo seco del terreno, sino porque aquí se desarrolló una actividad industrial. Blandy o Alfredo L. Jones, unos ingleses con mucha visión ponían a secar dicen unos hojas de tabaco, otros que ponían a secar las pitas, que secas daban lugar al esparto o a las cuerdas de cáñamo que se utilizaban en los barcos y para hacer ceretos. De ahí, el nombre de este lugar.
Hoy, quienes vivimos en el barrio también encontramos actividad industrial, “La Favorita”, hoy municipal, farmacéutica, (Cofarca), talleres.
Plaza de la Ilusión
Pero no sólo nos debemos referir al nombre del barrio, sino que hay que añadir el nombre de una plaza, la Plaza de La Ilusión, que no es una plaza cualquiera, es una plaza que tiene en su interior una pequeña ermita con una imagen de la virgen de El Pilar, que no llegó a esa plaza por casualidad, sino por la luz, cuando dio a luz una mujer del lugar, viendo que su hija nacía el día de El Pilar, le encargó a una amiga que vivía en tierras mañas una imagen de esta virgen tan querida, y el resto de los vecinos, hicieron este espacio tan acogedor, ese pequeño lagar, esta capilla, que hemos visto al pasar las fotos, y que recuerda muchísimo a muchas plazas mexicanas o de otros países iberoamericanos, que tanto gustan tener sus vírgenes y sus santos en espacios abiertos, en sus plazas, en lugares libres, donde los vean al pasar, y les puedan echar una oración, una plegaria, o darles un saludo, o enviarles un sentimiento de cariño, o ser parte del paisaje.
Nunca ha sido dañada esta pequeña ermita, que recuerda mucho a las iglesias bizantinas, porque El Secadero es un barrio muy tranquilo, de gente muy noble, que sigue esperando que llegue su hora, y poder tener espacios comunes de convivencia.
La gran mayoría de sus vecinos han llegado de zonas como el Puerto, de Tejeda y Artenara. Todos son nuevos, sus abuelos y bisabuelos llegaron por primera vez, pero han hecho suyo este barrio.
Calle Felicidad
Nadie sabe por qué a este barrio se le puso a una calle el nombre de Felicidad, con una cuesta enorme con más de 300 escalones, que seguro que no le producen felicidad a los que viven en ella.
Pasaje de La Cordialidad
O pasaje de La Cordialidad, que a uno le hace imaginar a los vecinos prestándose la sal, cediendo un ramito de tomillo, deseándose buenos días y ayudándose en el cuidado de los pequeños, o de los mayores.
Calle Armonía
Calle Armonía, al escuchar esta expresión, calle Armonía, te viene a la mente la tranquilidad, la calma, que tiene que reinar entre los vecinos de este barrio. Permítanme un sueño. Así, Manolito “El Pollito” y su mujer Juanita al acudir al Bar de Esteban, le pedirían un buche de café y Esteban se lo serviría con todo cariño. O Juan “El Taxista”, el de Nidia, que al pasar con su taxi y encontrarse a Yolanda la mujer de Esteban o a Carmenza la mujer de Marcial, les abre la puerta del taxi para acercarlas al centro de la Ciudad.
O Juan Franco, el de los mármoles, que aún siendo su trabajo duro, seguro que lo hacía con mucho cuidado para no romper la tranquilidad del barrio.
Calle Alegría
Cuando una persona está feliz, pletórico, y no le puede pedir más a la vida, se dice que está alegre, y hoy estamos alegres, como seguro lo hubieran estado Manolo Rivero, el constructor o Pepe y Rosita si supieran que después de 20 años, sus vecinos de El Secadero, por fin, se animaban a celebrar de nuevo las fiestas del barrio, las fiestas de El Pilar, y no es porque no haya habido aquí buenas fiestas, y parranderos como Marcial y su grupo, sino porque hoy en este día de fiesta, aparte de hacer mención a los nombres preciosísimos de este barrio, quiere hacerle un reconocimiento al más distinguido de los vecinos, al más alegre, al más cordial, al más armonioso, al más feliz, al que más ilusión irradió en el barrio, Pepito: Pepito regaba los matos, quería un barrio verde, le debemos un barrio verde, por todo lo que el regaba día tras día. Tenemos un barrio tranquilo, porque él acostumbró a los niños y a los no tan niños a las 9 de la noche estuvieran en sus casas, cenados, bañados y en familia.
Siempre recordaba lo importante que era la limpieza del barrio, que no se debía ensuciar, que no se debían romper las flores, que cuidaran el barrio.
Pepito cuidaba a los niños, los padres podían estar tranquila, él cuidaba a su familia y a todos los niños del barrio porque para él también eran su familia, le ilusionaba ver a los niños felices, le alegraba ver su barrio limpio, le daba felicidad trabajar para los demás durante toda su vida, y le producía la mayor armonía ver cómo todos los vecinos se trataban con cordialidad.
Ahora sí que sabemos de dónde vienen los nombre del barrio, vienen de las cualidades de Pepito, él miraba para las calles y se creía lo que leía, y ayudaba en las fiestas una barbaridad, era el primero para hacer, y el primero para recoger, fue un vecino ejemplar, al que todos quisimos tanto que hoy, como 20 años después sin hacerse las fiestas, el pregón de El Secadero de la Virgen de El Pilar van dedicadas a él, al mejor vecino, al mejor padre, al mejor hijo, al mejor hermano, al mejor abuelo.
Ahora que la situación económica es tan grave, y todos nos quejamos tanto de la situación, personas como Pepito son necesarias, son esas personas que calladas, de manera silenciosa, sin que se noten, trabajan todos los días por la comunidad, sin pedir nada a cambio, y son esas personas como Don Pepito las únicas que podrán sacar este barrio, esta Ciudad, estas Islas Canarias, Por eso quiero cerrar mi intervención dando un viva por El Secadero, un viva por las fiestas de El Pilar de El Secadero, un viva por Pepito, y un viva por que hayan muchos pepitos en el barrio de El Secadero.
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